No había palabras para describir la intensidad de la penetración y el orgasmo que me sobrecogió. Era como si mi cuerpo se hubiera diseñado para recibir su polla de una manera que me hacía sentir completamente conectado con él.
La exploración mutua de nuestros cuerpos fue como un juego de seducción, cada caricia y cada beso profundo nos llevaba a un nivel más profundo de conexión y intimidad.
La lubricación natural y la postura perfecta nos permitieron disfrutar de un vaivén lento y sensual que nos llevó a un clímax intenso y liberador.
Fue una experiencia auténtica y plenamente sexual que me hizo sentir completamente vivo y conectado con mi primo.